El maestro Efraín Recinos, considerado el icono de la arquitectura contemporánea de Guatemala, creador entre otras decenas de obras del Teatro Nacional de este país, falleció hoy a consecuencia de una complicación gastrointestinal.Los familiares de Recinos, de 83 años, dijeron a los periodistas que el maestro murió en un hospital privado del sur de la capital, luego de dos días de debatirse entre la vida y la muerte debido a los males de salud que le aquejaban desde hace varios meses.
Recinos, el más reconocido arquitecto contemporáneo de Guatemala, nació en la ciudad de Quetzaltenango, al oeste del país, en 1928, en medio de una familia de clase media.
Además de la arquitectura, Recinos se destacó en la escultura, el muralismo, el grabado y la pintura, y sus obras fueron expuestas en diversas salas internacionales.
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La construcción de la Torre se desarrollo en tres etapas a lo largo de 200 años y debido a que la Torre siempre tuvo fallas desde su origen, este emblemático edificio, además de los dos siglos que implicó su construcción, permaneció en restauración y trabajos estructurales hasta finales del siglo XX.
Su estructura corresponde a un cilindro, dentro del cual se encuentra una escalera en espiral de 294 escalones, tiene 8 niveles, una base de arcos ciegos con 15 columnas, 6 niveles con una columnata externa, terminando en una bóveda que permite el acceso al campanario.
Esta pieza, ubicada en la medianera de las Serrerías Belgas, en el centro de Madrid, fue creada por el despacho Langarita-Navarro Arquitectos. Los creadores de esta pieza consideran que los espacios públicos de la ciudad requieren de la incorporación constante de nuevas tecnologías y su pieza es un ejemplo de esta puesta al día.
Han comentado también que “una vez superados los condicionantes económicos para la creación de este tipo de piezas, su implantación a lo largo de la ciudad se ha realizado con criterios confusos, ligados casi siempre a rendimientos mercantiles y a inercias heredadas de modelos como el de Times Square en Nueva York. 

Su diseño se basa en el sentido mismo del lugar, tomando conciencia ante uno de los entornos habitados más calurosos de la tierra, tomando como inspiración formas y materiales locales.
Como ayuda adicional a la orientación, el edificio está previsto bajo un toldo como techo, marcado por huecos acristalados que filtran la luz, mientras que desvía la radiación solar directa. El techo se extiende para dar sombra a una plaza con un amplio acceso, apoyándose a su vez en columnas de concreto. Las formas orgánicas se inspiran en el contraste entre la solidez de la piedra y la forma y el movimiento de las embarcaciones a vela tradicionales de Kuwait.
Además de la recuperación del edificio existente, se agrega una nueva estructura de 900m2, un dramático lobby acristalado protegido bajo una cubierta de paneles que se pliegan y se extienden por el acceso y el patio principal.
El programa contempla tres galerías, donde la galería principal tiene capacidad para 499 personas para una multiplicidad de eventos. La segunda galería , próxima a la West Martin Street, recibe el nombre de Street Gallery y se encuentra adyacente a la galería principal pero se separa intencionalmente por un corte en la losa de concreto creando una zanja que expone el nivel del sótano de la galería principal. Esto permite que el sótano esté visualmente fundido en el espacio de la galería superior.

En general, el trabajo de los arquitectos del presente siglo, supera cualquier tipo de huella deautor y responde a circunstancias particulares, lo que ha derivado en innovadoras y singulares propuestas.
En el panorama arquitectónico de esta primera década del siglo XXI, se han desplegado una gran diversidad de soluciones que revelan que la singularidad de la arquitectura radica en la heterogeneidad, incluso un mismo autor puede tener diferentes líneas de trabajo en las que puede incorporar desde los lenguajes clásicos, de la arquitectura vernácula, las teorías modernas etc.
El trabajo de Marcio Kogan, si bien se caracteriza por sus elegantes soluciones y detalles, escapa a cualquier tipo de formulismo o “sello de autor”, no hay en él la intención de plasmar su huella ni de “hacer estilo”, sus obras, más allá de cualquier alarde formal, buscan hacer espacios que dialoguen y participen de manera activa, armoniosa y respetuosa con el contexto donde se ubican.
Así pues, hemos tratado nuestra parcela como si fuera un pedazo de paisaje en el cual tenemos que recrear un pequeño jardín, compuesto por elementos diversos que se unen entre sí, donde las piezas o fichas tiene una importancia reciproca entre ellas, y en el cual se crea un lugar realmente importante gracias a la colaboración mutua de las partes por el todo.
Para asegurar más espacio y la oportunidad de acercarse por completo a las vistas lejanas, los propietarios también compraron los 3 lotes de adelante, sobre el acantilado, reuniéndose después en un solo lote. Aunque estaba permitido que cada uno de estos lotes construyera un sótano y dos plantas más, usualmente compactadas y aisladas en el centro del terreno, este conjunto permitió la posibilidad de tener una casa baja, con porciones planas y espacio para jardín.
Cuando fuimos al lugar por primera vez, las calles que rodean la parcela ya se habían construido y, debido al desplazamiento necesario para hacer la calle, la tierra se levantó, partiendo desde la acera, como una construcción sugerida por la naturaleza topográfica. En los alrededores, todas las casas vecinas ya estaban construidas que dividían el sitio en una “L”.
La concepción de la casa surgió directamente de la forma en la que observamos esta realidad. Para alcanzar el objetivo de una casa para una familia de grandes dimensiones para los estándares locales, se optó por dividir el volumen en dos partes. La mitad de la construcción está enterrada, como un negativo de la tierra, asumiéndose como parte de ella. Sobre esta mitad-tierra, se encuentra el segundo volumen, largo y plano, en hormigón blanco.