Cada vez que el arquitecto Teodoro González de León (DF, 1926) diseña un edificio piensa en provocar: “esa cosa rara que se llama emoción que da el espacio”. Así emprende, con entusiasmo, cada proyecto, pero también está presente una tensión “muy fuerte, pues siempre, siempre, pienso que no va a salir, y más últimamente porque tengo más crítica”.
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