Con la crisis se impuso una necesidad largamente postergada: la de re-pensar la arquitectura desde una mirada crítica, reorientando la disciplina hacia un nuevo paradigma, más atento a las revoluciones energéticas y tecnólogicas que a privilegiar el consumo. Se trata de repensar la arquitectura para regenerar los territorios dañados por el crecimiento acelerado, para reciclar lo apenas construido y ya obsoleto, para reinventar las relaciones entre lo global y las identidades locales, para recrear atmósferas compatibles entre lo físico y lo digital.
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