Aunque el blanco sigue siendo un color fundamental en la arquitectura contemporánea, un estudio de investigadores de la Universidad Politécnica de Valencia (UPV) demuestra que los colores juegan un papel importante en la nueva arquitectura, logrando gracias a su uso que las construcciones se transformen, se fragmenten, adquieren movimiento y novedad, cambiando su apariencia y percepción de un mismo edificio de una manera diferente. Hasta hace unos años La arquitectura moderna se ha identificado erróneamente con el uso exclusivo del blanco, pero en las últimas décadas se ha reintroducido el color en el diseño arquitectónico y ha resultado un medio muy útil para expresar la versatilidad, el cambio, la falta de permanencia, la adaptación a las nuevas necesidades.
Juan Serra, profesor del Instituto de Restauración del Patrimonio de la UPV y sus compañeros del Grupo de Investigación del Color, han analizado la obra de una docena de arquitectos de los siglos XX y XXI, y han llegado a la conclusión de que hay cuatro conceptos que se pueden asociar con la versatilidad cromática: la transformación, la fragmentación, el movimiento y la novedad.
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