Un deseo de respetar la naturaleza circundante y la condicionante de una pendiente de cuarenta y cinco grados en el terreno, auspiciaron una solución respetuosa que se integrara en el entorno.
El taller y hogar de Agustín Hernández, diseñado por él mismo el año 1975, surgió en una zona boscosa del lugar escondido entre los árboles. La estructura flota a 40 metros de altura juega con la geometría y la gravedad.
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