Desde la cantidad de gradas del sendero que sube al cerro, la altura de un viejo ciprés que recuerda los descritos por Pater, hasta la precisa cota que asienta el podio a una cifra entera sobre el nivel del mar, servirían como coincidencias decisivas para explicar el formato de su silueta. Pero los motivos que modelan una casa son siempre otros, siempre los mismos.
Entrar a la torre es una forma de ceguera. Aquí el ciprés convertido en tablón queda trabado en una espiral continua que, con una gris melancolía, devuelve poco a poco la vista mientras se sube.
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5 sept 2011
Casa Cien / Pezo von Ellrichshausen
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esencia y espacio
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