Mechanical Cloud es el nombre para una nube artificial que se llueve en la medida que el público hace uso de los juegos presentes en ella. Por medio de un sistema de transmisión y conversión de energía cinética, generada en el movimiento de ruedas de juego, las que operan también como mobiliario, se activan las válvulas de control de agua de una red subterránea que tiene salidas en aspersores ubicados en la parte alta de los pilares de la estructura.
Según la cantidad e intensidad de uso de estos juegos, la nube reaccionará de manera distinta, por puntos o áreas de riego, refrescando el lugar sólo en ocasiones en que se encuentren presentes usuarios activos. Esto apunta a la eficiencia del sistema, el que deja de operar sin público, o cuando pese a estar éste presente, se considere que no es necesario accionarlo.
La nube es también un gran sombreadero que organiza sus formas emulando la lógica de conformación de las nubes reales: irregulares por todos sus ángulos, sin una estructura geométrica evidente, pero de continuidad formal en trazos curvos que se vuelven sobre sí. Los postes metálicos, sobre la base de perfiles tubulares cerrados, ubicados como puntos fijos, buscan evitar el desplazamiento por flexión de zunchos de acero, puesto a modo de guía, con fin de lograr curvas naturales asociadas a la resistencia del material. De esta forma la geometría del proyecto, y cada parte que compone a la estructura necesaria para trazarla, responde a la lógica de este material.
Como puntos de confluencia y encuentro se localizan dos polos totalmente opuestos. Por una parte, y en uno de los extremos, una caja de arena, como citas a las condiciones de sequedad en que una nube se presenta como único referente del agua, entregando sombra. Por otra parte se ubica el estanque de agua que recoge la lluvia de la generada por la nube, como cita a las situaciones en que ésta actúa no sólo aportando sombra sino también por medio de la lluvia. Junto al estaque ubica una escalera que parece descender de la misma nube para recoger al visitante y permitirle subir por ella al único mirador del proyecto, con el fin de lograr una vista panorámica sobre el mar de niebla que supone la nube vista desde arriba.
Las plazas regalan una manera de ver la ciudad. En ellas tiene lugar un distanciamiento, un “otro lado”, desde el cual lo que vemos se presenta en completitud. Este proyecto se propone tocar ese vacío de las plazas, ser un retiro, un tiempo de ausencia desde donde reconocerse en la ciudad.
La idea de vacío como ausencia, en la arquitectura puede ser ejemplificada como el distanciamiento para ver, o el silencio para oír. Muy distante de la idea de lo deshabitado o desocupado, el vacío es una propiedad que se asemeja a la hospitalidad, a la posibilidad, a la disponibilidad. La presencia que adquiere un lugar vacío es en cierto sentido, como la de la naturaleza, en donde los fenómenos, relevados de protagonismo, se conciertan para consumar el más sincrónico de los actos. Una sinfonía de presencias que llamamos “Paisaje”.
Uno de los espacios más agradables de la arquitectura en Chile, por su cualidad de construir una atmósfera única, es el patio interior de las casas coloniales. La definición de un interior pone de manifiesto la necesidad de crear un espacio, frente a una naturaleza que no podemos dominar.
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