El ser humano moderno es una de las pocas criaturas sobre el planeta que consume recursos de manera arbitraria e indiscriminada. Antes de la expansión del hombre, mamíferos, reptiles, aves e insectos coexistían en equilibrio, sin derrochar recursos, siendo cada especie necesaria para la continuidad y evolución del ecosistema del que formaban parte. A nadie se le ocurriría pensar que cierto grupo de animales (a excepción de loros, ranas u otros animales de color similar) es verde. En cambio, podemos afirmar que en general, el ser humano moderno es un mamífero de hábitos grises.
Cuando uno vive en una gran ciudad, recibe servicios como gas, agua, luz y se abastece en el supermercado. Consume gran cantidad de recursos naturales y bienes elaborados, genera basura y desechos de manera indiscriminada. Mucha gente no sabe de donde provienen esos recursos o qué destino tienen sus residuos. La mayoría suele enterarse recién cuando el sistema colapsa y las consecuencias son evidentes. Si cada uno tomara conciencia del impacto ambiental de nuestros hábitos y adoptáramos algunas medidas muy simples pero efectivas, podríamos vivir de una manera más sustentable, es decir, sin comprometer la calidad de vida de las generaciones futuras.
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