El emplazamiento elegido está localizado en lo alto del risco de Abrante, a 620 metros sobre el nivel del mar, al borde de un acantilado con una caída vertical de unos 200 metros, todo un reto para la ejecución de la obra y un desafío para el visitante.
La peculiaridad de este mirador es el voladizo de siete metros sobre el vacío, con el suelo y las paredes de vidrio estructural, sujeto con estructura metálica en su parte superior, y apoyado en viga de hormigón armado. Se ejecutó en el mismo emplazamiento del anterior mirador, donde un simple muro de piedra servía de parapeto, dando una mayor sensación de vértigo.
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