Un equipo internacional de arqueólogos ha sacado a la luz los restos de la catedral de la Rocca de Tusculum, una ciudad que fue devastada por su vecina, Roma, el 17 de abril de 1191. Se trata de los vestigios del principal templo de la ciudad, dedicado a la Santísima Trinidad, que medía 17 metros de ancho por 24 metros de largo y estaba distribuido en tres naves y un ábside orientado hacia el este.
El templo presenta una gran riqueza decorativa: capiteles, columnas de mármol, fragmentos de mosaico y opus sectile con mármoles de diferentes colores, entre otros elementos, según ha explicado Leonor Peña-Chocarro, de la Escuela Española de Historia y Arqueología del CSIC, que ha participado en el proyecto que estudia los restos de la ciudad.
El templo se ubica dentro de la zona amurallada de la ciudad, donde también se han empezado a excavar recientemente los restos del palacio de los condes de Tusculum. A este linaje aristocrático pertenecieron algunos de los más importantes personajes de los siglos centrales de la Edad Media, como los tres papas que ocuparon la Cátedra de Pedro durante la primera mitad del siglo XI: Benedicto VIII, Juan XIX y Benedicto IX.
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