Hace ya casi medio siglo –se cumplirá en el 2012– que Frank Gehry abrió su oficina en Los Ángeles. Pero este arquitecto que marcó el cambio de siglo con obras como el Guggenheim de Bilbao –y que ha iniciado ya la construcción de su “hermano mayor” en Abu Dabi, una obra de dimensiones catedralicias (80.000 metros cuadrados de superficie y hasta 80 metros de altura)– sigue al pie del cañón.
A los 82 años, tiene veinte proyectos en marcha y dirige un equipo de 120 personas, con un promedio de edad de 35 años. Todas ellas trabajan en la sede de la firma, situada en una nave de 4.000 metros cuadrados de un barrio industrial de la ciudad californiana, donde también están afincados algunos de los más punteros estudios de posproducción de Hollywood. Cuando no está de viaje, Gehry acude a sus oficinas seis días a la semana, de nueve o diez de la mañana a seis o siete de la tarde, y se reserva los domingos para navegar. Anda ya un poco renqueante, apoyado en un bastón. Pero no para quieto. Despacha con sus asistentes, pasea entre cientos de maquetas a escala 1/50 que atiborran su estudio, montadas sobre mesas con ruedecitas.
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