A pesar de que el Sheikh Zayed Bridge tiene ya dos años de vida, probablemente esta estructura en Abu-Dabi sea unos de los proyectos menos conocidos de Zaha Hadid y que, sin embargo, responden como pocos a su concepto de arquitectura líquida.
Un idearium estético y casi ético con el que esta mujer iraquí ha ido definiendo cada vez más sus edificios: formas dinámicas, que fluyen y que, como en el caso de este puente, se reducen prácticamente a un trazo. Para unir el continente con el emirato-isla, Hadid ha recurrido a una serie de ondas de hormigón armando que suben y bajan hasta alcanzar una altura de 64 m y que son el soporte sobre el que discurren en voladizo, a 20 m sobre el agua, los ocho carriles de la carretera.
Esta pirueta arquitectónica de 842 m de largo obligó a los técnicos a forzar los límites de la ingeniería… Algo que ocurre con bastante frecuencia en muchos de los trabajos de Hadid, cuya ambición espacial pone contra las cuerdas las posibilidades de la tecnología constructiva más avanzada.
Sheikh Zayed Bridge es hasta la fecha el segundo puente diseñado por Zaha Hadid. En realidad, el primero si consideramos el Pabellón Puente de Zaragoza como una pasarela cerrada, pensada más para recorrer su interior que para llegar a la otra orilla.