El empresario Alan Faena es conocido en Buenos Aires por su trabajo en la renovación de Puerto Madero. La zona, antiguamente usada como almacén para ladrillos y hierro al final del Río de la Plata y más tarde abandonada a su suerte, empezó su particular renacimiento a finales de los años noventa pero no fue hasta que Faena llegó (trayendo de la mano a estrellas del calibre de Norman Foster o Philippe Starck) que el lugar empezó a cobrar brillo, siendo actualmente uno de los focos culturales más potentes de Argentina. “Es cierto fue un proyecto muy ambicioso lo que hicimos en Puerto Madero, lo que buscamos allí y que empezó con un granero de principios del siglo pasado. Puerto Madero es en realidad algo así como una ciudad utópica, sin ningún tipo de incentivo político, concebida desde un punto de vista puramente creativo, y basada en la cultura, en el arte, en la comunidad, en la arquitectura y en los espacios. Creo que elevar el nivel cultural de una ciudad es de lo más ambicioso que alguien puede plantearse y eso es lo que tratamos de conseguir. Construimos un teatro, por ejemplo, y nuestras muestras son, ahora mismo, de lo más visto de Argentina”, cuenta el bonaerense, vía telefónica.
Faena intenta ahora rizar el rizo, ante la sorpresa de la prensa estadounidense, con un proyecto que pretende renovar siete calles pegadas a la (muy) transitada Avenida Collins de Miami, una de las ciudades más populosas de los Estados Unidos.