Lo que comenzó con pequeñas protestas, terminó alcanzando proporciones mundiales y desencadenó, a lo largo del tiempo, en una serie de conquistas políticas, económicas, laborales y sociales para las mujeres. Desgraciadamente, esas conquistas todavía no garantizan igualdad de género en la práctica (y en algunos países aún existen leyes que favorecen a los hombres). Lo observamos a diario en la violencia física y psicológica sufrida por las mujeres, la falta de reconocimiento y las profundas diferencias de salario. Este panorama es transversal a todas las mujeres del mundo, pero también dentro de la arquitectura hay estadísticas que comprueban cómo las mujeres aún no son valoradas social y profesionalmente. Son pocas las mujeres que consiguen reconocimiento internacional, lo que las vuelve totalmente desconocidas para profesionales y estudiantes de arquitectura, desencadenando la sensación de que ellas no existen.
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