Un grupo de emprendedores de la computación, hartos de pagar impuestos excesivos y de la continua intervención judicial por parte de su gobierno, decidieron independizarse políticamente en 2020 y erigir su propio país en altamar.
El territorio soberano fue construido alrededor de una plataforma petrolera abandonada, convirtiéndolo en un refugio seguro para archivos informáticos (data heaven) al que no puede acceder ningún otro gobierno o institución, salvo sus propios clientes.
El primer proyecto fue el llamado The Swimming City, del arquitecto húngaro András Gyorfi, de The Seasteding Institute, organismo dedicado a explorar las múltiples posibilidades tecnológicas para la instauración de estas utopías.
Alrededor de los edificios que albergan los servidores The Swimming City se ha instalado una comunidad sustentable, que se rige por su propia constitución y normas de convivencia.
En esta micronación también hay laboratorios equipados con la última tecnología para llevar a caboexperimentos en genética, mismos que en tierra firme serían imposibles de llevar a cabo por las estrictas regulaciones de los países pertenecientes a la ONU.
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