Las futuras sedes de Google y Facebook recurren a arquitecturas camufladas firmadas por arquitectos estrella.
Haga memoria. Piense en el icono urbano de una ciudad moderna como Nueva York o Hong Kong. ¿Qué le viene a la cabeza? Casi con toda seguridad el rascacielos de una empresa. Puede que la torre Chrysler de Manhattan. O tal vez el rascacielos del Hong Kong & Shanghai Bank que firmó Norman Foster. Si históricamente el poder político, religioso y hasta el económico contribuyó a levantar la mejor arquitectura de las urbes, hoy asistimos a una estampida, a su huida de las ciudades.
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