18 jun 2012

Cinco fachadas espectaculares de la Ciudad de México

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Déjate sorprender por las magníficas fachadas de cinco emblemáticos edificios que adornan y embellecen las calles del Centro Histórico de la capital mexicana.

1. Palacio de Bellas Artes

A un costado de la Alameda Central se yergue, majestuoso, el Palacio de Bellas Artes. La magnífica construcción de triple cúpula, elaborada en mármol blanco traído de Italia y de varias regiones del país, resalta entre el atiborrado paisaje conformado por modernos y antiguos edificios que, día a día, son testigos del ajetreo del Centro Histórico de la gran capital.

Influenciado por los estilos de moda en Europa y Estados Unidos, Boari diseñó la fachada retomando los ejemplos arquitectónicos de la época; desde el Romanticismo, hasta el Neoclásico, pasando por el Art Decó y el Art Nouveau,Bellas Artes se convirtió en una construcción ecléctica cuyo exterior se distingue por las líneas onduladas y asimétricas, de las que resaltan las esculturas y los relieves que rememoran a las figuras clásicas. Sin embargo, con el objeto de “mexicanizar” la decoración, se esculpieron en la portada elementos prehispánicos como cabezas de jaguar, guerreros águila, coyotes y serpientes, parecidos a los utilizados en el arte mexica.




2. Palacio Postal

En contra esquina al Palacio de Bellas Artes, en el corazón del Centro Histórico de la Ciudad de México, se erige una magnífica construcción dorada de estilo ecléctico: El Palacio Postal, también llamado la Quinta Casa de Correos. De constitución y ornamentación más discreta que su majestuoso vecino, este funcional edificio surgió por encargo del entonces presidentePorfirio Díaz al arquitecto italiano Adamo Boari y al ingeniero mexicanoGonzalo Garita Frontera para convertirse en la sede, a finales del siglo XIX, de la Oficina Central de Correos.

Este novedoso espacio, levantado en el lugar que antiguamente correspondía al Hospital de Terceros Franciscanos, constaría de cuatro niveles y de todos los avances de la época: patios con elevador –uno de los primeros de la ciudad- y una cimentación tipo Chicago basado en retículas de vigas de acero. Si bien, el interior del Palacio Postal constituye una exuberante obra de arte cubierta de arcos y finos detalles en herrería, el exterior de esta construcción, elaborada en cantera blanca de Pachuca, resulta una armoniosa fusión de diferentes estilos como el Gótico y el Plateresco español, conjugados con elementos de Art Nouveau que nos trasladan a las casonas venecianas.



3. Museo Nacional de Arte (Munal)

Resguardado por la bella Plaza Manuel Tolsá y su afamada escultura ecuestre de Carlos IV, conocida como “El Caballito”, el Museo Nacional de Arte (Munal) ocupa desde 1982 las instalaciones de lo que fuera el Antiguo Palacio de Comunicaciones.

El Munal se conforma por cuatro espectaculares fachadas de estilo modernista que surgen de la combinación de corrientes arquitectónicas pasadas como el gótico y el clásico, con el empleo de estructuras metálicas y herrería, las cuales denotaban progreso y vanguardismo. La portada, recubierta de cantera de los bancos tlaxcaltecas de San Martín Xaltocan, cuenta con puertas de acceso laterales, las cuales poseen detallados recuadros adornados con el águila y la serpiente posada sobre el nopal.




4. Casa de los Azulejos

Recubierta por miles de mosaicos polícromos de talavera poblana que, en conjunto, confieren un reflejo azulado, la fachada del Antiguo Palacio de los Condes de Orizaba -como también se le conoce- constituye una de las más remarcables de la Ciudad de México.

El Sanborns de los Azulejos, como se le nombra comúnmente, destaca por la bella cerámica vidriada de su portada, el magnífico mural de José Clemente Orozco de su interior y las increíbles leyendas de las que ha sido testigo, motivos por los cuales el 9 de febrero de 1931 fue declarado monumento nacional.




5. Cámara de Diputados

En el Centro Histórico, en la esquina que se origina del cruce de la Calle Allende y la mítica Donceles, famosa por sus “librerías de viejo”, yace la antigua sede de la Cámara de Diputados cuya fachada clasicista es una de las joyas mejor guardadas de la Ciudad de México.

Esta obra, que remata en pan-coupé y en la que se entremezclan elementos Neoclásicos, Clásicos y del Barroco Francés, originalmente albergó, por muy poco tiempo, el Teatro de Iturbide. Sin embargo, debido a un incendio ocurrido en Palacio Nacional, se adecuaron sus instalaciones para reubicar a los diputados y que, desde allí, realizaran sus funciones. Posteriormente, a partir de mediados de la década de los ochenta, esta construcción se convirtió en la Asamblea de Representantes del Distrito Federal misma que, desde 1997, adquirió la capacidad de legislar.


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