25 sept 2012

Edificio Castelar de Rafael de la Hoz + Gerardo Olivares

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Para poder analizar un edificio se debe ser totalmente objetivo para no dejarte llevar por ideas preconcebidas o “cariños” que no te dejan ver más allá de tus ojos, en este caso, el Edificio de Catalana Occidente, como le he llamado a lo largo de los años, (ahora de la Mutua Madrileña) no es un buen ejemplo, antes de pensar en hacer un análisis ya estaba prendado por su belleza, estaba contaminado por él y no podía ser objetivo. Lo que me salvaba era que lo único que conocía del edificio era lo que se ve al pasar por la castellana en coche, o andando desde la acera de los números pares,.. entonces justo conocía lo que Rafael quería que conociese, un cofre flotando sostenido por el espacio comprimido a sus pies y un acceso en travertino que llevaba hasta lo que parecía un patio también de travertino,…. Un patio!!! Qué maravilla!!!! un patio de tranquilidad en medio de la castellana. Claramente estaba seducido por el edificio.

Para aproximarme y no convertir esta crítica en una serie de alabanzas decidí investigar y ver todo aquello que la pereza no me había dejado ver. Me di un paseo alrededor del edificio y descubrí una pieza de travertino en la espalda de la torre que al principio me defraudo, descubrí que el espacio privado es público y que sin necesidad de trabajar en él me podía acercar hasta aquel patio que me había enamorado y descubrí que no me llevaba a ningún lado,… estuve buscando la entrada en ese patio pero no estaba…


El contexto, tanto físico como social es importante y más en este caso que nos ocupa, la parcela en la que está ubicada el edificio es el final de una manzana, con forma de sector de círculo y rodeado de edificios exentos de muy diversas formas y materiales, presenta un gran desnivel, que lejos de crearle un problema lo convierte en virtud, haz del problema una virtud. El edificio se comenzó a pensar en los años 70 y se terminó después de varias crisis en 1986, esto no hace más que dar mayor valor a un edificio que cualquier estudiante de primero de arquitectura podría datar de este siglo. 

La estrategia fue la de poner al servicio de la ciudad unas herramientas que otros hubieran querido solo para los usuarios del edificio, pero lo mejor es que cualquier decisión que se toma pensando en unos mejora a los otros y viceversa, nada es caprichoso es un ejercicio teórico que en el camino de convertirse real no se deja nada y si recoge cosas que le hacen mejor. 

El emplazamiento de la torre una parcela complicada, por su ubicación en una rotonda, en una vía más rápida que lenta, y con un desnivel importante, lo que para otros sería un problema, en este caso se convierte en oportunidad. Se coloca lo más alto que puede y lo más atrás que le permite el programa, de esta manera gana perspectiva y altura, la parte enterrada forma parte del terraplén que se separa de la castellana y que hace ganar el silencio al edificio, es un terraplén para la ciudad una rampa verde seguido de una rampa de travertino que se convierten en las baldosas amarillas del peatón, obligándote, pese a la pereza de subir escaleras, a llegar arriba y a pasar por debajo del edificio y cotillear y mirar casi tumbado por entre los velos de vidrio de la fachada y preguntarte donde está la estructura, la del vidrio y la de la torre,….


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